En el 2018, un grupo internacional de investigadores se internaron en la selva amazónica del Perú para buscar restos que les permitiera describir cómo era la vida hace 16 millones de años en esta región. Después de recorrer más de 300 kilómetros del inhóspito río Napo –cerca a la frontera con Ecuador, y hacia el final de una travesía en la que esperaban encontrar principalmente fósiles de cocodrilos, un curioso cráneo les dio una sorpresa.
“Cuando estábamos regresando, ya casi al final de la expedición, como siempre sucede, paramos en una playa donde estaba toda cubierta de conchitas fósiles. Allí, entre John Flynn (Museo Americano de Historia Natural) y Aldo Benítes- Palomino (Departamento de Paleontología-Universidad de Zúrich), divisaron algo que salía entre la roca. Era el hocico de un animal”, relata el paleontólogo peruano Rodolfo Salas-Gismondi, quien lideró aquella expedición.
Parecía un delfín, el problema es que era más grande que cualquiera que se hubiera descrito. Ahora sabemos que se trataba del delfín de río más grande del que se tiene registro. Bautizado como Pebanista yacuruna, es uno de los descubrimientos paleontológicos destacados que se han dado a conocer en lo que va del 2024, publicado en la revista Sciences Advances bajo el liderazgo de Benítez.
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Un inmenso animal de hasta 3,5 metros de longitud que habitó lo que hoy es la Amazonía peruana hace 16 millones de años, y que, para sorpresa de los científicos, también resultó estar emparentado con los delfines que hoy habitan en ríos del sur de Asia, conocidos como Platanista, en lugar del delfín rosado del Amazonas.
Sobre este descubrimiento, EL TIEMPO habló con Salas-Gismondi, investigador de la Universidad Cayetano Heredia y del Museo de Historia Natural de Lima, quien revela detalles de cómo se produjo fascinante hallazgo que amplia no solo el conocimiento de la paleontología del Perú, sino del norte de Suramérica.
¿Qué les llevó a buscar fósiles en el río Napo?
Fue parte de una expedición muy grande que postergamos mucho tiempo porque no teníamos dinero y que queríamos hacer desde el 2004, cuando un colega geólogo que había visitado el río Napo y había encontrado fósiles los llevó al Museo de Historia Natural. Los vi y me di cuenta de que era un lugar muy rico, lleno de peces y mamíferos, reptiles.
Encontré unas vértebras en esta colección que eran de delfines, de cetáceos. Eso me pareció muy raro porque por esa época habíamos estado trabajando en otro lugar, en la misma formación geológica, y no habíamos encontrado más que un diente de delfín en más de 15 años trabajando ahí.
Pasaron los años, terminé el doctorado, y se abrieron oportunidades para pedir recursos. Postulé a un fondo de National Geographic para hacer una expedición a este lugar remoto cerca a la frontera con Ecuador. Eso fue en 2017, en 2018 me dieron la respuesta y me dijeron sí.
Pero, ¿inicialmente iban por cocodrilos?
El proyecto estaba enfocado en buscar fósiles de cocodrilos en la Amazonía, en esta zona del río Napo, basados en los descubrimientos que había hecho este geólogo en 2004, porque esta zona es más antigua que donde hemos trabajado y deberíamos tener la oportunidad de encontrar los ancestros de los cocodrilos que nosotros hemos descubierto previamente.
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Encontramos ciertamente cocodrilos, pero también encontramos sobre todo delfines, cosa que salió totalmente de cuadro. Principalmente encontramos dos cráneos, el de Pebanista yacuruna y uno cuando empezaba la expedición, más o menos a los cinco días.
¿Cómo fue el momento del hallazgo?
Al comienzo no encontramos muchas cosas, y luego fuimos muy lejos, cerca de la frontera con Ecuador y encontramos el primer cráneo de delfín. Ese todavía no lo hemos estudiado y es el más antiguo que tenemos, con unos 20 millones de años. Pero cuando estábamos regresando, casi al final de la expedición, paramos en una playa cubierta de conchitas.
Entre John Flynn y Aldo Benítes-Palomino divisaron algo que salía entre la roca, era el hocico de un animal. Cuando nos acercábamos cada vez más, veíamos que realmente era un delfín, pero era sumamente grande. Además, una parte del hocico estaba caída, se estaba erosionando y se iba a perder. Era temporada seca y si el río subía de nuevo, seguramente se hubiera llevado el cráneo del delfín y desaparecía para siempre.
¿Qué sabemos de este animal?
Sabemos que era un delfín de agua dulce. En esa época, hace 16 millones de años, había incursiones marinas en la Amazonía que llegaban hasta Colombia y que probablemente se extendían hasta Perú, en las que ingresaba el mar por el Caribe. Pero la cantidad de lluvia que caía en esa época era tan extrema que no se mantenía salada el agua marina que ingresaba, sino que perdía ese nivel de salinidad y se convertía casi que en agua dulce.
El ambiente donde vivía este animal era posiblemente lacustre, con algunos ríos, pero este animal tan grande probablemente vivía en ambientes amplios, gigantes, lagos enormes que incluso tenían mareas dentro de la Amazonía.
¿Cómo llega un delfín emparentado con los asiáticos a esta región?
Cuando uno ve la historia de los animales, que se llama biogeografía histórica, reconstruye todas las distribuciones ancestrales y a partir de esa distribución ancestral uno puede entender por qué hoy día o en algún momento hubo delfines de río emparentados acá en Perú y en la India. Los ancestros de estas dos especies, la que vivió en Perú y que se extinguió y la que vive en la India y sobrevive hasta ahora, vivían en ambientes marinos y estaban distribuidos en todo el océano. Viviendo en el mar, pudieron haber ingresado a la cuenca de la protoamazonía y también pudo haber ingresado a la cuenca del río Ganges (India). Sobrevivió allá, mientras se extinguió en la Amazonía, al igual que lo hizo el ancestro marino. Así es como nosotros, a pesar de que no existen fósiles de este ancestro marino, pensamos que pudo haber ocurrido.