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‘No hay razón para que ríos como el Bogotá no puedan limpiarse como el Támesis’

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Pese a que las aguas del Támesis, el río que atraviesa a Londres (Reino Unido), son una mezcla de agua dulce y salada que hace que beberla no sea seguro, a través de la historia fue un afluente que marcó la vida de los británicos que encontraron en él el líquido necesario para cocinar, fabricar cerveza, generar energía y tirar sus desechos, que durante siglos se fueron acumulando hasta convertirlo en un río biológicamente muerto.

En la larga historia de contaminación se recuerdan episodios como ‘el gran hedor’, cuando en el verano de 1858 las reuniones del Parlamento británico fueron suspendidas y los habitantes de Londres huyeron de la ciudad por el fétido olor que provenía del agua por cuenta del calor y de los altos niveles de residuos humanos e industriales que acumuló el río.

Ya para 1957 fue declarado finalmente como un río muerto, Los estudios mostraron que el nivel mínimo de oxígeno disuelto necesario para sostener la vida no se podía ni siquiera medir en los 32 kilómetros que el Támesis atraviesa el centro de Londres. Por eso, expertos como Robert Oates dicen que este río fue al infierno y consiguió regresar.

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El ecologista británico, que visitó recientemente Colombia para participar en el ciclo de conferencias ‘En contexto público 2024’, de la Biblioteca Luis Ángel Arango sobre cambio climático, trabajó durante 15 años en el proceso de descontaminación y restauración que logró que el Támesis pasara de ser un río muerto a uno de los más limpios que hoy atraviesan un centro urbano en el mundo.

El experto en restauración de ríos y conservación de humedales habló con EL TIEMPO sobre cómo fue este proceso de siete décadas, su apreciación de los ríos en Colombia, los retos que enfrentan estos ecosistemas ante el cambio climático y la necesidad de conservarlos, más allá de las alternativas que se han probado como efectivas para su reparación.

¿Qué lo llevó a acercarse al tema de los ríos?

Después de la universidad trabajé para el gobierno central del Reino Unido durante 20 años y me dediqué a gestionar diferentes proyectos. Después de eso lo que más me interesó fue el medioambiente. Volví a la universidad y estudié un máster en Gestión Medioambiental. Desde ahí empecé a trabajar con WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) y me especialicé en la restauración de ríos y humedales. Tuve la suerte de que WWF me permitiera ir a muchos países a trabajar en proyectos de restauración fluvial como China, India, México, Sudáfrica y países de Europa. Después volví al Reino Unido y me convertí en director del Thames Rivers Trust. Allí trabajé durante 15 años en la restauración del río Támesis.

Río Bogotá.

Foto:Néstor Gómez/ EL TIEMPO

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Usted es muy conocido precisamente por ese proyecto. ¿Qué tan mal estaba el Támesis cuando se inició su recuperación?

Yo nací en 1952 en Londres, y en ese año el río Támesis estaba tan contaminado que era casi un río muerto. No había casi nada vivo en el río. Decimos que el río Támesis ha estado en el infierno y ha conseguido regresar. Murió y fueron necesarios 70 años de trabajo para devolverle la vida. Parte de ese trabajo lo hice yo, pero por supuesto mucha gente ha trabajado en la restauración del Támesis.

¿Cómo fue ese proceso para restaurar la vida de este ecosistema?

No es un río perfecto, no es prístino, pero es mucho mejor de lo que era. Ahora está mucho más limpio, hay más biodiversidad. Tenemos 125 especies de peces de nuevo en el río, por lo que ahora tenemos pesca comercial. El 70 por ciento del agua potable de Londres procede del Támesis, tiene que ser tratada, pero el río es ahora de bastante buena calidad. Pero eso solo ha sido posible gracias a 70 años de nuevas leyes del Gobierno, de inversión de dinero por parte de este, de la industria privada y de las autoridades locales, además de mucho trabajo por parte de organizaciones sociales, sin ánimo de lucro, activistas y comunidades locales que colaboran para mejorar el río. Ha sido un proceso largo y el proceso aún no ha concluido. Todavía podemos mejorar el río, pero ahora tenemos el gran problema del cambio climático. Creo que seguiremos haciendo este trabajo siempre.

En esos 70 años de trabajo, ¿cómo ayudó la ciencia a ese proceso?

Para restaurar un río primero hay que entenderlo. Hay que entender la hidrología, la geología y todos sus aspectos. Gran parte de la información para nuestros proyectos la obtuvimos de universidades y organismos públicos. Tenían los datos que necesitábamos para diseñar los proyectos de restauración. Pero, en esencia, el trabajo de restauración es bastante básico, no es ciencia complicada. Los principales proyectos para mejorar el río han consistido en evitar que la contaminación llegue a él. Un río no necesita que la gente lo cuide, ellos pueden cuidarse solos, solo tienen problemas cuando nosotros, los humanos, empezamos a afectarlos contaminando y sacando demasiada agua. En la mayoría de nuestros proyectos hemos estudiado el impacto de la actividad humana y hemos intentado reducirla. Uno de los mayores esfuerzos ha sido la construcción de plantas de tratamiento de aguas residuales para tratar las aguas residuales procedentes de todos los baños de Londres, 12 millones de ellos. Ahora tenemos sistemas de tratamiento para limpiar esas aguas antes de que vayan a parar al río. Eso ha supuesto una enorme mejora.

¿Entonces el trabajo de restauración consistió más en cambiar el comportamiento de los humanos que de tratar el agua del río?

Sí. Se trata más bien de cambiar las ideas, actitudes y prioridades de la gente y convencerla de que invierta un poco de dinero para pagar la restauración del río. Todo el mundo que vive en el valle del río Támesis recibe agua dulce en su casa y ven cómo se llevan de ella todas las aguas residuales. De ello se encarga la Thames Water Company. Cada casa paga dos dólares al día por el suministro de agua potable y la evacuación de aguas residuales. Creemos que no es un precio alto, es un buen trato. Luego, cada mes, uno de esos dólares la compañía de agua lo utiliza para trabajar en proyectos de restauración del río. No parece mucho dinero, pero cuando hay 10 millones de hogares en Londres, son 10 millones de dólares al mes para invertirlos en mejorar el río. Con ese dinero hemos podido pagar el trabajo que hacemos.

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¿En qué consiste el proceso de restauración?

Es un proceso bastante sencillo que se llama gestión integrada de cuencas fluviales. Básicamente, significa que, en primer lugar, el gobierno nacional tiene que elaborar buenas leyes nacionales para proteger y restaurar los ríos. Después, hay que crear un comité de cuenca para cada sistema fluvial. Ese comité debe incluir a todas las organizaciones interesadas en el río, las industrias, los agricultores, los pescadores, los representantes de las comunidades locales, y todos tienen que sentarse y analizar cuál es el problema de su río y qué proyectos tendrían que hacer para restaurarlo. A continuación, el comité elabora un plan para el río en el que debe figurar qué organizaciones realizan las actuaciones y qué organizaciones pagan por ellas. Entonces se ponen manos a la obra. Es importante no esperar a que el plan sea perfecto, no esperar a tener la respuesta a cada problema. Si esperamos eso, esperaremos eternamente y no se hará nada.

¿Esta experiencia con el Támesis se ha replicado en otros ríos en el mundo?

Muchos otros ríos han seguido el mismo enfoque, desarrollado por WWF y otras organizaciones. Desde los más grandes, como el Yang Tse, en China, que tiene 7.000 kilómetros de longitud, hasta ríos de la India, México y Brasil. Este enfoque funciona porque todos los ríos del mundo tienen básicamente los mismos problemas, porque nosotros, los humanos, hemos tenido los mismos impactos en ellos.

¿Cómo ve el estado de los ríos en Colombia?

No he visto muchos de los ríos de Colombia. Tengo entendido que algunos de ellos están en muy malas condiciones en algunas partes, como el río Bogotá, pero también he visto ríos naturales muy bonitos en este país, tienen una fantástica reserva de ríos naturales. Si pueden evitar que esos ríos se dañen y contaminen, será fantástico porque, por supuesto, es mucho mejor y más barato mantener un río en condiciones naturales que dañarlo y luego tener que pagar para restaurarlo. Pero creo que incluso los ríos como el Bogotá, que tiene daños, si se aplicara allí el principio de base y gestión fluvial integrada y todas las organizaciones asociadas trabajaran juntas, no hay razón para que no se pudiera limpiar y quedar tan bien como está hoy el río Támesis.

¿Hay ríos en nuestro país en los que se están haciendo esfuerzos de restauración?

Me interesa mucho la evolución del río Cauca. Es realmente una buena noticia que ahora haya un Comité de Cuenca para el río Cauca, y que estén haciendo este trabajo de gestión integrada de cuencas. Es una buena noticia.

¿Cuáles son las amenazas que enfrentan los ríos ante el cambio climático?

Conocemos muy bien las amenazas del cambio climático para los ríos, ya están ocurriendo en muchos lugares del mundo, incluso en Reino Unido y en Colombia. Hemos visto un aumento de las inundaciones, de las sequías, de la erosión de las riberas, daños a las personas. Sabemos cuáles serán los impactos del cambio climático. Ahora estamos pensando qué podemos hacer en nuestro trabajo de restauración fluvial para minimizar los impactos del cambio climático o para adaptarnos a él de manera que cause el mínimo daño a las personas.

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Colombia va a ser el país anfitrión de la COP16, ¿cree que el tema de la conservación de los ríos también debe abordarse en estos escenarios?

Espero que sí, porque los ríos y los humedales son muy importantes para la biodiversidad. Los ecosistemas de agua dulce son los más dañados del planeta. Hemos perdido más de ellos que de selvas tropicales o de cualquier otro tipo de hábitat. Espero de verdad que la COP16 cubra esa parte del tema y ayude a la gente a entender cuáles podrían ser los problemas, pero también cuáles serían las soluciones, porque soy optimista. Creo que, como humanos, podemos entender los problemas que se nos avecinan, y que tenemos el intelecto para inventar respuestas a esos retos. Sobreviviremos a ellos, pero tenemos que trabajar juntos para encontrar las soluciones.

ALEJANDRA LÓPEZ PLAZAS

REDACCIÓN CIENCIA

@TiempodeCiencia

@malelopezpl

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