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los riesgos para el borde costero de Chile – Fundación Terram

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By Comunicaciones

¿Las desaladoras son una solución?: los riesgos para el borde costero de Chile

Expertas reflexionan sobre la medida como respuesta a la sequía y plantean la necesidad de “cambiar paradigmas” acerca del consumo de agua. Además, detallan el impacto que tienen las plantas en la captación del recurso, descarga y consumo de energía. Fuente: Diario UChile, 21 de abril de 2024.

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En enero del 2024, el Gobierno anunció que construirán cuatro desalinizadoras  en la Región de Coquimbo. En tanto, en Antofagasta, opera la primera planta que abastece de agua a la población desde el 2003, mientras que en Atacama se emplazó la primera desaladora estatal, la que entrega agua a los habitantes de Caldera, Chañaral, Copiapó y Tierra Amarilla.

Plantas desaladoras que se presentan como una solución a la mega sequía que atraviesa nuestro país hace aproximadamente una década y que en la actualidad tiene a la IV Región con un déficit hídrico histórico.

En ese sentido, para el investigador del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), Dr. Orlando Astudillo, las desalinizadoras son “una alternativa válida porque no hay otra opción. En el caso de Coquimbo las reservas de agua embalsada llegan a un 4%, que es nada”.

“Si esta tecnología se puede determinar y guiar para que trabaje de forma sustentable en el borde costero es una estrategia para adaptarnos a la sequía en un contexto de cambio climático”, agregó.

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Por su parte, la bióloga marina e investigadora de Fundación Terram, Elizabeth Soto, plantea que no hay que pensar en las plantas desalinizadoras como la única respuesta.

Son una alternativa que puede estar de la mano con muchas otras y, en especial, con re mirar lo que estamos haciendo con nuestros recursos hídricos, no es posible que estemos cultivando especies que utilizan grandes cantidades de agua como si tuviéramos el clima que teníamos hace 30 años, tenemos que empezar a cambiar los paradigmas, re ver nuestros recursos hídricos”, recalcó.

Asimismo, la investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), Dra. Laura Ramajo, señala que “el problema aquí es que la desalinización está focalizada en el problema de la oferta del recurso, pero ¿Quién está trabajando para que la demanda no sea mayor? Porque a medida que la demanda aumente va a crecer la desalinización y las toneladas de salmuera”.

“En todo este proceso de crisis hídrica nosotros tenemos que hablar de dos cosas: tenemos una sequía que es meteorológica, pero también tenemos una sequía que es hidrológica, que tiene que ver en cómo nosotros históricamente hemos usado el recurso hídrico”, añadió.

El impacto ambiental de las desalinizadoras

¿Cómo funcionan? Las plantas extraen agua en grandes cantidades del océano a alta velocidad y pasa a un proceso donde se eliminan aceites, algas, y otros elementos marinos. Luego se filtra por ósmosis inversa, proceso de purificación donde el agua pasa por un membrana semipermeable obteniéndose a través de ella agua desalinizada y salmuera.

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Procedimiento que genera impacto ambiental de tres maneras: en la captación de agua, en la descarga de la salmuera y en el uso de energía que necesita la planta para funcionar.

Sobre la captación de agua, el investigador del CEAZA explica que para generar el recurso, ya sea para uso industrial o consumo humano, los volúmenes son enormes y en ese proceso también hay pérdida de organismos que están en fases tempranas, ya sean peces o invertebrados.

Laura Ramajo coincide con él y aclara que según la evidencia científica al capturar grandes cantidades de agua a través de bombas a gran velocidad, se absorbe todo lo que hay en la zona, incluida la fauna, la que en muchos casos mueren en este “procedimiento mecánico y bastante violento”.

Por otro lado, para la investigadora el proceso de desalación, que es el que genera finalmente la salmuera también es “muy preocupante”, esto ya que “es principalmente sal, que conforma una pasta con un alto nivel de densidad, la que termina depositada en el fondo marino y tiene consecuencias importantes sobre los ecosistemas de arena”.

“Además en la zona alrededor donde se produce esta descarga aumenta la concentración de sal, lo que tiene implicancia sobre la fisiología de los organismos que viven adaptados a unas concentraciones de sales muy específicas. Esto es un tema porque en Chile carecemos de estudios sobre los impactos de la salmuera que también concentra otros compuestos como los metales pesados”, destacó.

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Es por tal motivo, que Elizabeth Soto de Fundación Terram recalca que “es muy importante que se hagan análisis previos a la instalación de plantas desaladoras para que se ubiquen en lugares donde hay baja biodiversidad y así la afectación sea menor con respecto a los sistemas de descarga, que son los que los que finalmente sacan el resultado al mar”.

“Y en cuanto al uso de energía de estas plantas es importante que usen energías que no emitan gases de efecto invernadero, porque las plantas desalinizadoras necesitan gran cantidad de energía para funcionar y es muy importante que esa energía no sea de fuentes que contaminan y que ayudan al cambio climático”, concluyó.

Foto: Planta desaladora estatal / Intendencia de Atacama

Falta de marco regulatorio

El problema es que frente a la necesidad que plantea la falta de los recursos hídricos, en nuestro país no existe un marco normativo específico para las plantas desalinizadoras. 

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Al respecto, Elizabeth Soto explica que en la práctica los titulares de los proyectos ingresan al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) a través de un Estudio de Impacto Ambiental o una Declaración de Impacto Ambiental, pero “no está determinado eso al no existir una normativa específica y tampoco existe una tipología precisa para que ingresen los proyectos de plantas desalinizadoras”.

“Lo que sí existe actualmente es una guía que creó el Servicio de Evaluación Ambiental que se llama Guía para la descripción de proyectos de plantas desalinizadoras en el SEIA y contiene los lineamientos específicos para orientar a los titulares de los proyectos (…) estamos al debe en ese sentido porque debería existir aparte de una normativa específica sobre las plantas desalinizadoras, un ordenamiento de la zona costera para que la ubicación de las desaladoras no esté a lo largo de toda la costa”, agregó.

A su vez, la investigadora CR2 comenta que “casi prácticamente todos los proyectos que se han presentado de desaladoras han pasado por el SEIA, pero de manera voluntaria y esto quiere decir que los requisitos dependen de lo que quiera entregar la persona, la industria, la corporación, la empresa que esté haciendo esto”.

Y enfatizó en que “los niveles que estamos usando para identificar estos límites que no debemos sobrepasar, están basados en marcos regulatorios de otros países, que no tienen nada que ver con nuestra realidad, porque nuestra realidad es que nuestra costa en términos de salinidad es súper estable (…) Luego nos estamos basando en límites que no encajan, por ejemplo, la costa tiene un alto nivel de metales pesados por procesos oceanográficos de manera natural, entonces estos niveles pueden aumentar, lo que tendría implicancia sobre la salud marina y la salud de las personas”.

¿Cómo mitigar el impacto ambiental?

Para Ramajo la medida no tiene porqué ser mala, “sabemos que tiene impactos negativos como cualquier acción que nosotros generamos, pero se pueden evitar. Entonces, uno de los grandes desafíos que tenemos es cómo impedimos estos impactos, hay avances en la tecnología en el uso de difusores que lo que hacen es que la salmuera no salga tan concentrada”.

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Igualmente, Orlando Astudillo del CEAZA detalla que para mitigar el impacto de las desaladoras “hay tuberías que tienen difusores, que son unos dispersores que emiten pulsos de salmuera de forma que se ayude a que esta se difunda y se disperse lo más rápido posible”.

“También, hay otras técnicas, por ejemplo, se diluye la salmuera antes de usarla con agua de mar, lo que implica que lo que se va expulsar viene con una menor concentración de sal, pero eso es más costoso. Y hay técnicas más avanzadas, que son sin descargas, es decir, que se hace un tratamiento de la salmuera en tierra, sin embargo, están en desarrollo”, describió.



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