Mientras se analiza si son o no discrepantes las declaraciones del Presidente Boric en el Caso Monsalve, que cada día suma elementos más escalofriantes, cambiemos la mirada a la agenda internacional del mandatario.
En cinco días se habrá reunido con sus pares de China, India, Sudáfrica, Francia y Canadá.
Tras la APEC de Lima, el presidente está en Brasil invitado a la cumbre del G20, que reúne a las 20 naciones más desarrolladas del mundo y este miércoles recibe al mandatario galo en Santiago.
Los ejes de esta intensa agenda internacional son tres: Robustecer las relaciones con las principales economías del mundo para atraer inversiones en áreas estratégicas como la innovación en energías renovables. Impulsar la transición energética y la lucha contra el cambio climático: liderando la transición hacia energías renovables, y adopción de tecnologías limpias. Y aumentar la cooperación internacional en la lucha contra la desigualdad y la pobreza apuntando a la importancia de que el crecimiento económico global vaya acompañado de políticas públicas que reduzcan las desigualdades.
Son temas de futuro que todos los gobiernos deben tener a la vista, aunque lograr acuerdos sobre prácticamente cualquier cosa hoy resulta extremadamente difícil en nuestro país. En medio de la desconfianza y porqué no decir desesperanza, la construcción común del futuro es la salida que como sociedad nos debemos. Y una agenda internacional robusta es patrimonio de todos, más allá de nuestra opinión del gobierno de turno.
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