Veinte años después de haber creído –en el momento de la disolución de la URSS– que ya dominaba el mundo, Estados Unidos no logra hoy imponer nuevas guerras en el Medio Oriente, donde China logra que se firmen acuerdos de paz. Así que Estados Unidos y su “socio privilegiado”, Reino Unido, se vuelven hacia Oceanía, donde el primer ministro australiano Albanese acaba de plegarse a lo que sus predecesores rechazaron en tiempos de la guerra de Vietnam. Parece que Washington y Londres todavía pueden contar con algunos ingenuos.
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