El profesor normalista siendo muy joven llegó a Copiapó desde su natal Iquique, y como buen profesor normalista fue formador, motivador e inspirador de muchas generaciones de atacameños que por siempre reconocieron en Antonio Pizarro un mentor y persona fundamental en el desarrollo de sus vidas .
Siempre con una sonrisa en sus ojos, estimulando y alentando, destacaba en cada actividad en la que participaba y promovía. Mas allá de la docencia, fue artista, dirigente deportivo, un referente en cada actividad, un promotor de la alegría y de la vida.
Amada Quezada Araya, directora del CEIA Copiapó, así se refirió a este notable y querido profesor :
«Con profundo pesar, comunicamos el sensible fallecimiento de don Antonio Francisco Pizarro Estay, destacado profesor normalista, visionario educador y entrañable figura de nuestra comunidad atacameña.
Antonio, nacido el 18 de febrero de 1941, llegó desde el puerto de Iquique para establecerse en Copiapó, ciudad que se convirtió en el escenario de una vida plena y apasionada. Fue un maestro comprometido que marcó generaciones como profesor de Educación Física en la gloriosa Escuela Superior. Más tarde, lideró con dedicación y entusiasmo la Escuela Manuel Rodríguez, dejando un legado imborrable en la formación de cientos de estudiantes.
Además de su rol educativo, Antonio brilló en la escena artística como integrante del conjunto Copayapu, un grupo de profesores que llevaron con orgullo las raíces atacameñas a cada rincón de Chile, a través de la música y las artes teatrales. Su talento y amor por la cultura local fueron un faro para quienes compartieron su pasión por preservar nuestra identidad.
Antonio Pizarro Estay dejó una huella imborrable también en el ámbito deportivo. Durante su destacado paso por la Escuela de Deportes, lideró y acompañó a innumerables selecciones escolares en competencias regionales y nacionales, dejando en alto el nombre de nuestra región y forjando en sus estudiantes valores como el esfuerzo, la disciplina y el trabajo en equipo.
Su pasión por el deporte trascendía su rol como educador, ya que era un ferviente hincha de Regional Atacama, equipo que alentó con entusiasmo, y posteriormente, continuo con Deportes Copiapó, siendo un ejemplo de amor por la ciudad y por las pasiones que unen a las comunidades. Su legado deportivo será siempre recordado con gratitud y admiración.
En lo personal, Antonio fue un hombre que vivió la vida a plenitud.
Junto a su amada esposa, Wilna Cortez Fernández, alcanzó la dicha de celebrar sus bodas de oro matrimoniales, construyendo una familia que fue su mayor orgullo. Es padre de tres hijos: Marco Antonio, José Antonio y Fabiola, quienes le regalaron la felicidad de 10 nietos y 5 bisnietos, reflejo de su amor y valores.
En su autobiografía titulada Mi Inquieta Vida, Antonio plasmó su espíritu inquieto, sus memorias y la esencia de una vida dedicada a la educación, la cultura y la familia. Antonio en su libro nos relató con honestidad y pasión su recorrido por la educación, su vocación docente y su profunda conexión con las realidades sociales de su tiempo. En el comparte anécdotas personales y profesionales que reflejan su vida como educador, marcada por un fuerte compromiso con la enseñanza como herramienta de transformación social. Desde su formación como normalista, se evidencia el impacto de los cambios sociales y políticos de Chile en su ejercicio docente.
Antonio fue un maestro con esencia en educar en un mundo que exige empatía, dedicación y compromiso con el cambio social. Fue un maestro que vivió su vocación con pasión y que hoy es trascendente en generaciones que tuvieron el honor de ser sus alumnos.
Sin duda, hoy despedimos a un hombre extraordinario, cuya huella perdurará en la memoria de Copiapó y de todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerle. Su vida nos inspira a valorar nuestras raíces, nuestra cultura y el poder transformador de la educación, la importancia de la unión de la familia.
Descansa en paz, querido Antonio. Tu legado permanecerá entre nosotros como ejemplo de pasión, compromiso y amor por la vida.
Con Gratitud su ex alumna en homenaje a los excepcional de Antonio por su dedicación y compromiso, a su amada hija Fabiola gran amiga y sus seres queridos «.
Y Amada Quezada cerró sus palabras con un pensamiento de Bertolt Brecht:
«Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un año y son mejores, hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.»
El velorio del maestro Antonio Pizarro se realiza en Funeraria Candelaria, el miercoles 27 de noviembre a las 12:00 horas se oficiará una misa en Iglesia Candelaria y luego a las 14:00 horas se procederá a su funeral al cementerio Parque Copiapó.
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